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Los Encierros Tradicionales de Medina del Campo. De lo caballeresco a lo popular.

Los Encierros Tradicionales de Medina del Campo. De lo caballeresco a lo popular.

 

Hay que remontarse a los años cuarenta del siglo XX para encontrar el primer origen de la celebración de estos encierros vallisoletanos, tal y como se conocen en nuestros días. A pesar de ello, el número, modalidades y distribución de los festejos taurinos, dentro de las fiestas en honor a San Antolín, han sufrido cambios notables a lo largo de su historia.

Ya en la Edad Media (en torno a 1490) encontramos las primeras referencias al toro, cuya presencia en Medina del Campo se ha manifestado a través de cinco modalidades de correr a los bravos: toros alanceados, toros embolados, toros enmaromados o ensogados, toros albardados y encohetados y toros en encierro. En aquellos primeros tiempos correr delante de los toros no era costumbre y esta práctica se contemplaba sólo si mediaba un voto, promesa o agradecimiento por una intervención divina o del santo patrón.  

Con el pasar de los años los juegos de cañas y lanzas del siglo XVI, en los que la lidia se realizaba a caballo, dieron paso a una participación cada vez mayor del pueblo. Los encierros surgen, por tanto, ante la necesidad de trasladar los toros. Se hace por medio de bueyes y jinetes, desde el campo a través de dehesas y cañadas hasta la plaza para que sólo pudieran actuar los profesionales a caballo, mientras los lugareños presenciaban el espectáculo. Lo caballeresco, no obstante, empieza a ceder paso a lo popular, a partir del siglo XVIII, cuando los encierros y las capeas ganan un protagonismo cada vez mayor. 

Santa Teresa 

Al siglo XVI, en concreto, pertenece un documento de gran valor, firmado por Santa Teresa de Jesús en su obra ‘Las Fundaciones’ a raíz de su llegada, una noche de agosto, al monasterio de Santa Ana de Medina del Campo. En ella se hace referencia al toro cuando escribe: “Fue harta misericordia del Señor que aquella hora encerraban toros, para correr el otro día, no nos topar alguno. Con el embebimiento que llevábamos, no había acuerdo de nada; más el Señor que siempre le tiene de los que desean su servicio, nos libró, que cierto que allá no se pretendía otra cosa”. 

En la actualidad los encierros tienen lugar del 1 al 8 de septiembre, a partir de las nueve de la mañana tras el estallido del tercer cohete. La jornada festiva en torno al toro arranca con el traslado de los astados y mansos desde los corrales, a seis kilómetros de distancia, hasta el embudo en la entrada del municipio. El trayecto tiene una duración de una hora. Se hace a caballo, garrocha en mano y a campo abierto. Una vez en Medina tiene lugar el encierro urbano, en el que se invierte alrededor de media hora, con los mozos corriendo delante del encierro hasta la plaza de toros, donde tendrán lugar las capeas y los tradicionales cortes. 

En la última parte del recorrido urbano el público asiste a la carrera de los toros y mozos desde una valla metálica instalada para la ocasión.  

Entre 30.000 y 40.000 personas se dan cita cada año en Medina del Campo con motivo de las fiestas. Entre ellas, tienen una especial importancia las peñas de la localidad y la asociación encargada de organizar los eventos taurinos. Su continuidad y arraigo les ha hecho merecedores de dos reconocimientos: el de Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2011 y el de Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León en 2002.