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Encierros de Almodóvar del Campo. Una tradición con mucha solera

Encierros de Almodóvar del Campo. Una tradición con mucha solera

La afición por el toro en Almodóvar del Campo parte de finales del XV. Así lo reflejan documentos históricos y los libros de Acuerdos del Ayuntamiento, que datan de 1591. De ahí que sus encierros estén considerados como unos de los más arraigados y antiguos en nuestro país y sean el principal reclamo de las fiestas patronales de esta localidad, catalogada como la más grande de Castilla-La Mancha. En 1991 vendría el reconocimiento de sus encierros como Fiesta de Interés Turístico Regional por la Junta de Castilla- La Mancha.

La trashumancia, su condición de ciudad de paso, la tradición ganadera y la conducción de los astados por las cañadas hasta el casco urbano son el origen más remoto de estas fiestas en torno al toro, tan entrañables y esperadas cada año, dentro del contexto de unas celebraciones con actividades de todo tipo que duran hasta la madrugada (batallas de agua, bailes, concursos, desfile de carrozas, espectáculos ecuestres, bandas de música…)

El día grande en Almodóvar el Campo es el 12 de septiembre y en torno a esta fecha se organiza todo el calendario festivo, que tiene una duración de una semana y rinde honores, en tres días distintos, a sus tres santos por excelencia: la Virgen del Carmen, San Juan Bautista de la Concepción (hijo de Almodóvar y muy aficionado a los toros) y San Juan de Ávila.

El nuevo coso

En los últimos cinco días de la variada programación festiva es cuando el toro, su principal seña de identidad, sale a escena de la mano de la suelta de vaquillas, los encierros y los festejos que se celebran en la plaza de toros por la tarde. Con respecto a esta última, la creación del moderno coso fijo y multifuncional de Almodóvar del Campo, inaugurado el 12 de septiembre de 2010, representó un salto de calidad ya que anteriormente los encierros terminaban en una plaza portátil, o de carácter artesanal. Reflejo de ello eran las talanqueras, carros, maderos e improvisados toriles, construidos en la plaza mayor por los vecinos y carpinteros del lugar. Aún hoy, se conserva ese sabor antiguo y tan único en la infraestructura montada para la ocasión en las calles por las que corren los cornúpetas.   

Encierros camperos y urbanos

El trazado de los encierros tiene dos escenarios bien diferenciados. El primero de ellos, de poco más de tres kilómetros, da comienzo a las nueve y media de la mañana en los corrales y discurre por el campo hasta el embudo del casco urbano, donde está prevista su llegada sobre las doce. A la una de la tarde se reanudan las celebraciones con el tradicional chupinazo y una nueva salida de los toros con los caballistas. Estos recorren un nuevo trayecto por Avenida Doctor Fleming, Paseo Carmelitas, Calle Corredera y Plaza de San Benito. El último tramo, de menos de un kilómetro regresa a la Plaza de Toros, acompañados ya por los corredores. A partir de entonces, ya sólo queda esperar a las corridas de toros o rejones que se celebrarán esa misma tarde. Sin duda, el plato fuerte de la jornada.