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Fiesta de la Vaquilla de Colmenar Viejo (Madrid)

Fiesta de la Vaquilla de Colmenar Viejo (Madrid)

Esta fiesta se celebra en esta localidad madrileña el último sábado de enero tras la consulta popular, convocada en el municipio en 2016, en la que también se les daba la opción a los habitantes de fijarla el 2 de febrero. La tradición marca su origen más remoto en la época romana, e incluso en la prehistoria. Otros historiadores lo fijan en el siglo XIII cuando se consolida esta villa madrileña, aunque no hay documentos históricos que lo atestigüen. A diferencia de otras muchas fiestas en las que el foco está puesto en animales vivos, los astados brillan por su ausencia en este municipio y su lugar lo ocupa una representación simbólica de los mismos.

En este día Colmenar Viejo se llena de baile, alegría y colorido. Los armazones, que simulan a las veinticinco vaquillas (con sus respectivos nombres) recorren las distintas calles del municipio madrileño, en un trayecto que parte de las viviendas o locales hasta la plaza del pueblo. En el punto de destino son exhibidas una a una con un baile, a modo de embestida a los vaquilleros. Mientras tanto, los mozos bailan y chascan las hondas siguiendo las órdenes del mayoral.

La Vaquilla

La genuina Vaquilla la porta en sus hombros uno de los vaquilleros. Se trata realmente una estructura de madera, en la que se colocan dos cuernos en su parte delantera, donde lucen naranjas o rosquillas. El armazón se decora profusamente con mantones de Manila y de las costillas y palos forrados que lo integran prenden también pañuelos de seda, flores u otros adornos. En la frente de este astado tan particular se colocan, además, abalorios, pendientes, collares, broches u otras joyas para que la puesta en escena sea realmente espectacular.

La decoración de la Vaquilla corre a cargo de las madres de los vaquilleros, quienes son los encargados de exhibir a cada uno de los “astados”, acompañados por los mayorales y talegueros. Todo ellos ataviados con trajes típicos, que en muchos casos han pasado por distintas generaciones. Este grupo de personas tan pintoresco representa a los participantes que tradicionalmente se dan cita en el transporte del ganado, dada la tradición de la zona. De esta forma se recuerda la trashumancia y el traslado de las vacas y los toros de una finca a otra, transformándola en folclore y festejo popular. Tan arraigada está esta fiesta en las familias que los más pequeños también participan en ella.

Sangría limonada

Una vez concluido el recorrido de las vaquillas y la exhibición de los distintos grupos que las acompañan, los participantes se reúnen en las calles cercanas y regresan poco a poco los puntos de origen.

El broche de oro a esta celebración lo protagonizan tres tiros de escopeta al aire, que simulan la muerte del toro, y la degustación de rosquillas y sangría limonada por todos los asistentes, como si bebieran la propia sangre de la vaquilla.

Otro punto álgido de la jornada es el tradicional pregón en la plaza del ayuntamiento, que reúne a los grupos de la vaquilla, lugareños y visitantes.

La Vaquilla fue declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1986.