Toro de soga de Rubielos de Mora (Teruel). Una cuerda con encanto propio
La celebración del Toro de soga tiene lugar el 14 de septiembre dentro de las fiestas patronales de Exaltación de la Santa Cruz, aunque también hay otras fechas en el calendario en las que el toro con soga tiene protagonismo: el 16 de julio, festividad de la Virgen del Carmen, el 15 de septiembre (el Toro de las Higas) y el 12 de octubre, Día de la Virgen del Pilar.
La celebración de la fiesta en honor a la Santa Cruz tiene su origen en 1399, si bien hasta el 17 de enero de 1580 no se produce un acuerdo de las primeras autoridades religiosas y civiles, para comprometerse a celebrar estas fiestas a perpetuidad.
Su declaración como Fiesta de Interés Turístico de Aragón es bastante reciente, ya que no fue hasta el 12 de marzo de 2020 cuando el Departamento de Industria, Competitividad y Desarrollo Empresarial del Gobierno de Aragón emitió la orden correspondiente.
Fuera de la villa
La razón de ser de la parte taurina de estas fiestas tiene mucho en común con otras tradiciones en las que el ganado es trasladado desde fuera de las villas hasta el casco urbano y la plaza del pueblo, a través del campo. Hasta el siglo XVII y, en concreto 1620, no encontramos pruebas documentales de la existencia de esta tradición, época en la que este festejo empieza a coger fuerza y a escribir su historia hasta nuestros días.
En el caso de Rubielos de Mora la apuesta por este tipo de festejo trajo su causa en la extensión de las calles que formaban la ronda de la muralla de esta preciosa localidad medieval. Al ser inviable la celebración de un encierro porque no se podía delimitar el recorrido con barreras, se optó por el toro de soga que, además, cumplía la función de que todo quedara despejado antes de la procesión en honor de la Santa Cruz.
La genuina soga
En esa soga radica, precisamente, uno de los principales encantos de esta tradición. Al toro se le lleva con una única cuerda a lo largo del recorrido, que siempre es el mismo. Su longitud es de aproximadamente 25 metros y es manejada con mucha habilidad, delante del toro, por una cuadrilla de seis o siete sogueros, que visten para la ocasión pantalón y polo blanco, con el escudo de la asociación, y fajín y pañuelo azul. Dada la dificultad y diversidad de los distintos espacios por los que tienen que desplazarse, la compenetración del equipo debe ser eficaz para evitar tirones o cualquier accidente. El material del que está hecha la cuerda verdosa (cáñamo calada de alfalfa) contribuye a una mayor resistencia de la soga y un mejor manejo de la misma, sin que los mozos sufran lesiones en las manos. El cuidado por evitar la presión y los tirones a los sogueros y al toro se refleja también en la elaboración artesanal del cabezal que luce el toro, forrado de materiales muy suaves, y recubierto con una tela representativa de la bandera de Aragón y florones de llamativos colores. El trenzado del cabezal, el cruzado de lazadas de cáñamo y el nudo corredizo propician una mayor soltura al animal en sus movimientos y una mejor dirección por parte de la cuadrilla.
La soga, portada por el torilero y miembro de la cuadrilla de sogueros, encabeza el pasacalle desde la Plaza de la Sombra que recorre a la inversa el itinerario del festejo hasta el Corralico en la Plaza del Plano, extramuros de la villa. Desde allí el recorrido pasa por el portal de San Antonio hasta la plaza Hispano América, para recorrer la tradicional ‘vuelta de procesión’.